APRENDIENDO A ALIMENTARSE CONOCERSE A SI MISMO NADA EN EXCESO

El efecto del Reloj Biológico en el sueño de Niños y Adolescentes

Si el comer sano repercute en una mejor calidad de vida, el dormir bien regala salud física y mental
Dos notas periodísticas relacionadas con este tema.
1.- " Adolescentes: rinden más a la tarde porque duermen poco y mal"


Se debe a una alteración del reloj biológico

Si tiene hijos adolescentes y cada noche su casa se convierte en un campo de batalla para lograr que se vayan a la cama, no los culpe de todo a ellos: es la adolescencia la que no les permite dormir más temprano y les exige más horas de sueño que a los adultos.



“Los adolescentes tienen los patrones de sueño naturalmente retrasados y por eso se van a dormir más tarde y se levantan también más tarde. Sin embargo, en la adolescencia hay una contradicción: son los bellos durmientes de la especie porque necesitan entre 9 y 10 horas de sueño nocturno, pero al mismo tiempo son los que menos duermen”, dijo la doctora Mirta Averbuch, directora del Centro de Investigaciones Médicas del Sueño (CIMS) e investigadora de la Universidad Tecnológica Nacional.

Y es durante la época de clases cuando esta alteración del reloj biológico se hace más evidente. Dos estudios independientes realizados en alumnos secundarios argentinos y estadounidenses coincidieron en que los chicos duermen menos de lo necesario durante la semana, no recuperan ese déficit los fines de semana y su rendimiento es mayor por la tarde.


“A la mañana, tienen que despertarse a una hora que, para un reloj interior retrasado, todavía es biológicamente de noche. Y, en clase, están cansados justamente porque la noche anterior no lograron dormir la cantidad de horas que necesitan", explicó a LA NACION la doctor Margarita Dubocovich, profesora de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos) y coautora del estudio sobre el efecto de la agenda escolar en el sueño adolescente que acaba de publicar la revista Pediatrics.

Dubocovich, que es graduada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y completó su doctorado también en la Argentina, en el Instituto de Investigaciones Farmacológicas, ahora es profesora de los departamentos de Farmacología Molecular y Química Biológica, y Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Northwestern.

Junto con Martha Hansen, directora del Departamento de Ciencia del colegio Evanston Township High School (Illinois), se propuso evaluar durante un año los patrones de sueño en 60 alumnos. Los chicos registraron cada detalle en un diario personal.

"Hallamos que durante el año escolar los chicos duermen dos horas menos cada noche, lo que significa 10 horas menos a la semana, que jamás recuperan, ya que los viernes y sábados duermen entre 8 y 9 horas y cuarto, que es lo que necesitan", señaló.

Otra meta del estudio en Evanston fue establecer si al colocar una luz brillante, similar a la de la mañana en el aula lograba adelantar el ciclo circadiano de los alumnos para que pudieran irse a dormir más temprano y, por lo tanto, mejorar su rendimiento escolar.

"La terapia con luz no tuvo ningún efecto sobre los chicos -señaló la investigadora-. Probablemente, también, porque tenían mucha tarea para hacer por la tarde en casa y se levantaban muy temprano al día siguiente."

Es que en la mayoría de las escuelas del área donde se realizó el estudio el horario escolar comienza a las 8 o antes y termina entre 15 y 15.45.


Cambios adolescentes

El mecanismo fisiológico por el que se alteran las fases del sueño en la adolescencia está en estudio. Podría ser un retraso en el ritmo de producción de la melatonina, la hormona que el organismo genera a la noche para inducir el sueño.

Para Dubocovich, esa demora impediría que los chicos conciliaran el sueño más temprano, dado que para dormir influyen dos factores: la cantidad de horas de sueño y el reloj biológico.

"Aunque se acostaran más temprano no podrían dormir porque el reloj biológico no se lo permitiría al no estar en el momento indicado del ciclo para hacerlo -agregó-. Es normal, entonces, que cuando terminen la tarea prefieran jugar en la computadora o salir con amigos que irse a dormir."

Similitudes y diferencias

Una diferencia entre los adolescentes de Evanston y los argentinos es que los primeros no pueden salir después de la medianoche, ya sea en la semana o los fines de semana.

"Si se acuestan tarde, no lo es tanto como en la Argentina, donde muchos adolescentes se van a la cama recién a las primeras horas de la mañana y duermen hasta tarde. Esto no es nada bueno porque alteran aún más los ciclos circadianos", señaló Dubocovich.

La falta de sueño produce irritabilidad, enojo y reduce el tiempo de reacción, como lo confirmó un reciente estudio local en el que participaron 1100 adolescentes porteños y bonaerenses.

Mientras que el 69% dijo acostarse en la semana después de las 23 (23.55 en promedio), el 65,9% se levantaba antes de las 7 para ir a clases. Para el 35% el sueño no era reparador.

Según el trabajo realizado por las doctoras Averbuch y María Celia Daraio, del CIMS, el 54% de los chicos dijo estar malhumorado por la mañana, además de sentirse irritable, nervioso e inquieto. "Del mal humor a la irritabilidad y a la violencia hay muy poco -dijo Averbuch-. Y esto tiene que ser una señal de alerta (para el sistema educativo y de salud) porque sí o sí hay que ajustar el reloj biológico de los chicos."

Una solución para ello, en la que coincidieron Averbuch y Dubocovich, sería retrasar el ingreso en el colegio dos horas o que los programas incluyeran en las primeras horas actividades dinámicas o físicas, o que los exámenes no se tomaran durante la mañana.

"La alteración del reloj biológico en la adolescencia no es un mal necesario y pueden tomarse medidas para solucionarlo", aseguró Averbuch.

Los resultados del relevamiento argentino, presentados en el último Congreso Latinoamericano de Fisiología y Medicina del Sueño, en Uruguay, señalaron además que 4 de cada 10 chicos no podían concentrarse en las clases y que el 45% se distraía con facilidad. Siete de cada 10 estudiantes dijeron sentir somnolencia y cansancio durante la mañana. Y la mayoría dijo irse a dormir escuchando música o mirando televisión.

"El cerebro se cobra las deudas de sueño con somnolencia matutina, y entonces los chicos fuman, toman bebidas cola y café, que son despertadores y estimulantes, para sobrellevarla. El adolescente necesita tiempo ocioso y debe tenerlo de día; no después de comer. Son los padres los que deben armar una rutina en casa para contrarrestar este desajuste en el sueño adolescente", concluyó Averbuch.


Modificar el horario, tema de debate

• Según la directora general de Educación Superior porteña, Graciela Morgade, en la mayoría de los colegios secundarios las clases comiencen a las 7.45 por "una tradición vinculada con el intensivo aprovechamiento de los edificios escolares", en los que a los turnos matutino y vespertino se suma el nocturno. Sobre la propuesta de que los chicos entren al colegio dos horas más tarde, Morgade opina: "Tocar el horario escolar es tocar uno de los ejes que organizan la vida de la ciudad. Aunque es un tema de debate interesante para abordar, no sólo desde lo pedagógico sino también desde una política educativa en general".

Por Fabiola Czubaj
Fuente: Diario "La Nación "
Suplemento Ciencia y Salud
Fecha: 10 de junio de 2005

2.- "Hoy no me puedo levantar"
Mamá dejamé cinco minutos más»... A la mayoría de los niños y adolescentes españoles se le pega las sábanas cada mañana. Se acuestan tarde, duermen poco y mal muchas noches y se levantan demasiado temprano para cumplir con sus obligaciones escolares. Nada menos que seis horas a la semana de sueños robados, un tiempo que algunos tratan de recuperar los fines de semana, aunque no siempre con éxito. Pero ni ellos ni sus padres ni sus profesores son conscientes aún de lo que significa no dormir lo suficiente.
Un grupo de especialistas de nuestro país sí lo es y está dando la voz de alarma. Recuerdan que lo mismo sucedió hace años cuando se alertó del aumento de peso entre los menores. «Hoy ya tenemos dos epidemias infanto-juveniles, la obesidad y la falta de sueño», reconoce Gonzalo Pin Arboledas, director de la Unidad Valenciana del Sueño de la Clínica Quirón. En EEUU e Israel ya han tomado medidas contra la pandemia: retrasar la hora de ir a clase. Aquí, según todos los expertos, se debería hacer lo mismo.
«Los escolares están en el colegio por la mañana, mientras sus cerebros siguen descansando en la almohada de sus casas por falta de horas de sueño». La frase de la científica Mary Carskadon, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), una de las mayores expertas de sueño infantil del mundo, es una realidad sobre la que hace tiempo los especialistas están reclamando atención y que dos nuevas investigaciones acaban de volver a poner en evidencia.
La revista Atención Primaria publicó hace un par de semanas un trabajo realizado en Cuenca que constataba que el horario escolar conlleva una «deuda de sueño» durante la semana, que sólo se recupera parcialmente el fin de semana. En EEUU, la revista oficial de la Academia Americana de Pediatría, Pediatrics, destaca en su última edición un nuevo estudio que desvela que la jornada de los colegios roba a los estudiantes dos horas de sueño todos los días.
Y ambas no son las únicas referencias bibliográficas que documentan la escasez de sueño de chicos y chicas. Tres trabajos recientes, realizados en Valencia, Mallorca y Zaragoza, han alcanzado conclusiones similares.
Tan sólo medio siglo de andadura (fue hace 51 años cuando en la Universidad de Stamford, en EEUU, se desarrolló la Medicina del Sueño) han servido para que los especialistas entregados a esta disciplina sepan por qué dormir es algo más que un placer, una auténtica necesidad vital, sobre todo en los más pequeños. «En este tiempo hemos aprendido que dormir poco o tener un sueño interrumpido por cualquier causa afecta a nuestra capacidad de aprendizaje, nos vuelve irritables y reduce la concentración en los estudios o en el trabajo. También nos hace vulnerables a las infecciones. Pero, además, y sobre todo en los más pequeños, tiene repercusiones físicas y psíquicas», aclara Gonzalo Pin Arboledas, de la Unidad Valenciana de Sueño.

RIESGOS.
De hecho, el déficit crónico de descanso afecta al crecimiento. Muchas de las hormonas se segregan en gran medida mientras dormimos, y quitar horas a este buen hábito puede llegar a afectar al desarrollo normal.
Y también a la evolución cognitiva. Ricardo Ugarte, pediatra de Atención Primaria en el Centro de Salud Aranbizkarra I, de Vitoria, explica que cada día «está más demostrado que la falta de horas de sueño o dormir con interrupciones afecta al aprendizaje, a la memoria y al rendimiento. Los horarios escolares actuales, debido a los problemas socioeconómicos y laborales de los padres, son criminales para los niños. Muchos pequeños entran en las guarderías a las siete de la mañana, lo que implica levantarlos a las seis y media o antes. Esta jornada, en la que entra en juego la luz y la oscuridad, está causando estragos en sus ciclos de vigilia y sueño».
Los madrugones suman suspensos. El trabajo recogido en Atención Primaria, realizado con 1.155 alumnos de primero y cuarto de ESO (entre 11 y 18 años) de nueve centros escolares públicos y privados de Cuenca, constata que los adolescentes con más cansancio al levantarse y somnolencia diurna obtenían un peor rendimiento escolar.
Fernando Salcedo Aguilar, director del estudio y miembro de la Gerencia de Atención Primaria de Cuenca, explica a SALUD los hallazgos del trabajo: «Valoramos el rendimiento en función de los aprobados y los insuficientes. Y claramente había más suspensos entre los que constataban déficit de sueño».
A raíz de estos resultados, y valorando otros aspectos de la investigación, como la pérdida de casi dos horas al día de sueño (un dato que coincide con el obtenido en el estudio estadounidense) durante la semana laboral, este especialista se suma a la demanda de otros expertos que reclaman cambios en el horario escolar.
«Se debería retrasar la entrada en el instituto y, además, distribuir mejor el calendario de trabajo a lo largo del día. La mayoría de estos centros tiene un horario agotador e ininterrumpido de ocho y media de la mañana a dos de la tarde. Es más, las asignaturas más duras suelen impartirse a primera hora cuando el nivel de atención es más bajo», opina el doctor Salcedo.
El estudio de Pediatrics refleja claramente que son menos receptivos a primera hora. En este seguimiento, investigadores de la Universidad Northwestern de Illinois (EEUU) han analizado el patrón de sueño de 60 estudiantes durante varios meses. Todos (de edades entre 11 y 18 años) se sintieron menos enérgicos por la mañana (entre las seis y media y la una) que por la tarde (de tres a cuatro y media). También su estado de alerta fue peor a primera hora.
Los adolescentes conquenses no son distintos a los del resto del territorio español. Si según la investigación de Salcedo y su equipo, ellos como media duermen al día ocho horas y 18 minutos, los datos de los trabajos enunciados anteriormente y realizados en otros puntos de la geografía española ofrecen los mismos resultados. Tan sólo en Valencia se comprobó un menor tiempo de sueño. Los valencianos tienen más marcha. «Es cierto que aquí se sale más y se prolonga la noche hasta altas horas de la madrugada», declara el especialista Pin Arboledas


CICLOS DISTINTOS.
Pese a que, segun los estudios, los adolescentes tratan de recuperar el tiempo de sueño perdido los sábados y domingos, las salidas nocturnas rompen los hábitos de sueño. De hecho, en el trabajo español, el 45% declara dormir mal la noche de domingo a lunes, y este problema repercutirá en toda la semana.
Pero hay más. Todas las investigaciones han constatado que el ciclo vigilia-sueño en la preadolescencia (11-12 años) y en la adolescencia es distinto al de los adultos (ver gráfico). Ésta es, precisamente, una de las razones por las que a estas edades se producen carencias en el descanso. «Hay un retraso de fase, es decir, ellos inician el sueño más tarde y necesitan dormir más por las mañanas. Un ejemplo clarificador es que ellos precisan 20 minutos más de descanso al día por cada año cumplido», aclara el experto de Valencia.
Prueba de ello, también, es la investigación de Illinois. Además de evaluar en un cuestionario el tiempo de sueño de agosto a febrero, los investigadores asignaron a 19 de los participantes un tratamiento que consistía en administrarles luminoterapia (luz blanca artificial) al comienzo de la mañana durante media hora sólo los días que iban al colegio.
La literatura científica ha mostrado que la exposición a la luz reajusta el ritmo circadiano (el ciclo de vigilia y sueño). Someterse al destello lumínico al comienzo de la mañana adelanta el reloj biológico, es decir, la persona se despierta antes y se va a la cama más pronto. Por ello, sometieron a sesiones periódicas de luz a algunos estudiantes.
Pero la terapia no funcionó. Los datos revelaron que los chicos tratados rendían de la misma forma que los que no recibieron esta intervención, no pudo modificarse su ciclo de sueño.
Sin hábitos no hay recompensa. Si la costumbre de comer sano repercute en un menor riesgo de enfermar, la de dormir también regala salud física y mental. La falta de descanso aumenta el riesgo de sufrir depresión y accidentes de tráfico (moto y coche). Un trabajo realizado por un equipo del departamento de Psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid, publicado en la revista Vigilia-Sueño, destaca que los accidentes debidos a la somnolencia ocurren predominantemente en los de jóvenes de menos edad.
Dar un giro radical a esta realidad parece una tarea ardua. «Cambiar los horarios escolares es algo en lo que estamos de acuerdo todos los profesionales dedicados a este tema. Es más, yo personalmente he mandado documentos al Congreso de los Diputados y a los ministerios de Sanidad y Educación alertando del problema, pero no he obtenido respuesta. Ahora hemos conseguido llevar a cabo una investigación, que empezará en Valencia, pero se extenderá a todo el país, en la que vamos a evaluar cómo y cúanto duermen los adolescentes. Ya lo sabemos, pero lo vamos hacer para dejarlo aún más patente», explica Pin Arboledas.


MEDIDAS.
En cambio sí pueden tomarse otras medidas que ayuden a paliar este problema. Lo primero, tal y como destaca el doctor Salcedo, es concienciar a los padres de que sus hijos tienen que descansar más. «Muchos progenitores dejan que salgan por la noche, pero al día siguiente les levantan. No comprenden bien la importancia del sueño. Si las madres consultan con un médico cuando su hijo come poco o mal, por los hábitos del descanso no se pregunta y son igual de fundamentales. Además, esta sociedad está inculcando que dormir es una pérdida de tiempo cuando es todo lo contrario. Es importante también que los chicos dejen de consumir excitantes, del tipo alcohol o tabaco, que repercuten en la calidad del sueño como ha quedado patente en nuestro trabajo», aclara Salcedo.
Aprender a dormir bien es una lección para toda la vida. «Los niños que hoy no saben descansar pueden ser insomnes el día de mañana. Además, estamos confundiendo muchos conceptos. Ahora, en muchos centros se ha quitado la siesta. Es una aberración. Los pequeños tienen que descansar. Por si fuera poco, muchos padres piensan erróneamente que es mejor que no descansen esas horas porque así se duermen antes por la noche», añade el especialista alavés Ricardo Ugarte.
Pero la cantidad es tan importante como la calidad. El sueño interrumpido afecta también al rendimiento, la memoria y eleva la somnolencia diurna. Un trabajo belga reciente constata una elevada prevalencia de descanso fragmentado en los más jóvenes. El autor preguntó a 2.546 adolescentes belgas de entre 13 y 16 años con qué frecuencia se despertaban por la noche por el aviso de que tenían un mensaje en su teléfono móvil.
Los datos revelaron que hasta un 3% de los menores se despertaba cada noche al oir la alarma del móvil. «El horario por el que se les preguntaba era entre 12 y cinco de la madrugada, lo que da una clara visión de que ,en muchos de los chavales, el sueño no es profundo y, además, se interrumpe. Un problema que causa, entre otras cosas, cansancio diurno», puntualiza el especialista de la Unidad Valenciana del Sueño.
Hábitos para toda una vida
Al igual que mecanizan los hábitos de comida o las reglas del lenguaje, los niños también tienen que aprender a dormir. Éstas son las normas básicas para gozar de un buen sueño de por vida. Valen tanto para los hijos como para sus padres.
- Hay que acostarse y levantarse a la misma hora. La cama es una rutina.
- No hay que estar en ella si no es para dormir. La lectura y la tele, al salón.
- Si el sueño no gana la partida hay que levantarse y hacer cosas relajantes.
- Durante el día, se debe tener actividad física para no llegar a la cama demasiado 'fresco'. Pero se deben evitar los esfuerzos momentos antes de dormir.
- A la cama no se va con hambre, pero tampoco llenos.
- No inflarse de agua u otros líquidos antes de acostarse.
- El dormitorio, siempre bien ventilado y con buena temperatura. - Ni ruidos ni exceso de luz.
- El colchón:ni duro ni blando.
- Antes de ir a la cama, sienta bien alguna bebida caliente o un baño.
- Ni café, ni colas, ni por supuesto tabaco (para los adolescentes).
- Ni alcohol, desde luego.
- Nada de nervios, ni disgustos ni 'pelis' de miedo ni de acción.
- Si con estas normas no se mejora, acudir al médico
.

Por Patricia Matey
Fuente: "El Mundo"
Suplemento Salud
Fecha: 11 de junio de 2005


Importante: todos los artículos de este sitio pueden ser publicados refiriendo expresamente al pie de los mismos, su origen, y un link directo a nuestro sitio:
http://www.asesorianutricional.com.ar

Asesoría Nutricional Natural Marta Costas ® .: Por una alimentación en armonía con la naturaleza :. Todos los derechos reservados
Powered by BVDesign